SOHBET. SHEIKH NAZIM TALKS ABOUT ANGER. (Charla sobre la IRA).

Adjuntamos una charla sobre el mismo tema dada por Sheij Hisham al Kabbani.

Traga Tu Ira – Y Digiérela

Aquellos de nosotros cuyos cuerpos físicos han “subido la colina”, con ello quiero decir, pasados los cincuenta más o menos, hemos que afrontar el hecho de que, independientemente de lo bien que cuidemos de nosotros mismos, nuestras capacidades físicas se van deteriorando gradualmente: paso a paso nos aproximamos a la muerte. Pero en cuanto a nuestra condición espiritual, no existe tal límite, no hay una edad en la que estos poderes estén en su máximo, y después vuelvan hacia atrás. El poder espiritual puede continuar creciendo fuertemente a lo largo de nuestras vidas, pero debemos buscar condiciones conducentes a este crecimiento continuo, eliminando aquellas características que amenazan con ahogar esta preciosa planta. Una de las malas hierbas más dañinas, el mayor enemigo de nuestro crecimiento espiritual, es la ira generada por la vanidad de nuestros egos. Cuando la ira ruge, se traga la luz de la fe, transformándola en fuego. La luz de la Fe es la luz pura de Dios, pero cuando se transforma en fuego ya no ilumina más, quema.

Cuando te veas sobrepasado por la ira, debes correr rápidamente hacia un espejo, y contemplar tu propio rostro. Ese feo espectáculo será suficiente para calmar tu ira, porque: ¿quién quiere tener el aspecto del diablo en persona? Cuando una persona está enfadada, sus acciones son satánicas –destructivas y autodestructivas. Nuestro Grandsheij insistía en la necesidad de abandonar la ira, porque cuando la ira del ego domina a una persona, ésta puede incluso negar fácilmente la soberanía de Dios, y ponerse en rebeldía contra El Todopoderoso –y esto es muy peligroso. La ira también causa estragos en nuestro cuerpo físico, provocando enfermedades y envejecimiento prematuro, especialmente cuando se mantiene un alto nivel de ira a lo largo de un período prolongado de tiempo.

Muy pocas personas pueden echar atrás la ira cuando ésta les asalta. Es por esto que tan poca gente avanza espiritualmente. La razón de que la ira sea tan difícil de derrotar es, simplemente, porque es una parte intrínseca de nuestra constitución física y espiritual. La ira se corresponde al elemento del fuego en nuestra estructura, que está hecha de un equilibrio de fuego, agua, tierra y aire. Sólo aquellas personas entrenadas desde muy jóvenes por padres o profesores con discernimiento habrán aprendido a mantener estos elementos en equilibrio. Para la mayoría de personas, cada uno de estos elementos predominará en diferentes ocasiones, en función las circunstancias externas y las propensiones internas, haciendo mover el equilibrio fuera del centro. Las llamas del fuego explotan frente a la provocación y el acoso, la agresión o los intentos de someter la voluntad (del niño). Como estas situaciones suelen ser frecuentes en nuestros primeros años, todos somos candidatos a enfadarnos, y desde muy tierna edad.

Nuestro Grandsheij también sugirió que realizáramos un Dhikr (oración-meditación) especial por la noche, para ganar el control en nuestra lucha contra la ira. Cuando te levantes en el último tercio de la noche para llevar a cabo oraciones superrogatorias, y después de realizar tus abluciones, empieza por dirigir tu rostro hacia la Casa de Dios e implóraLe que te ayude en tu intento de someter la ira. Entonces repite cien veces “Ya Halim”, que significa “Oh (Dios, que es) Paciente y Lento a la Ira”. Este nombre, al-Halim, es un atributo Divino de Dios, que Él desea derramar generosamente sobre nosotros, cuando buscamos recibirlo. El primer paso es pedir a Dios, de esta forma, que nos ayude a ser pacientes; entonces hemos de meditar sobre este Divino Atributo, para que podamos absorberlo en nuestro ser. Literalmente lo estamos llamando sobre nosotros mismos. A continuación, debemos adoptar una práctica en nuestras vidas diarias que nos lleve a este propósito. Esta práctica es, simplemente, no mostrar ira, incluso cuando sientas la ola que brota en tu interior. No escupas tal ira a los que están a tu alrededor, envenenando la atmósfera, como un dragón que escupe fuego.

Retenla dentro, pero no como un trozo de comida sin digerir; no, tienes que digerirla. Una cierta cantidad de ira es parte integrante de cada personalidad. Sin algo de este fuego en nuestra constitución moriríamos; por ello, es posible para nosotros digerir una cierta cantidad de ira sin sufrir efectos secundarios adversos. Por supuesto, si no cambiáramos durante un largo período de tiempo, y siguiéramos tragando la misma cantidad de ira, sería una sobredosis; pero éste no es el caso, porque con el tiempo nuestra toma de ira disminuye a medida que aprendemos, y se nos garantiza la capacidad de no reaccionar con enfado ante la provocación en primer lugar. Así, igual que el bebé inicialmente bebe grandes cantidades de leche, y después se ajusta a la comida sólida, disminuyendo su consumo de leche drásticamente, nosotros podemos tragar y digerir la ira, con el pleno conocimiento de que otras formas de nutrición aparecerán pronto.

Si podéis conseguir refrenaros y no mostrar ira durante cuarenta días, habréis pasado un gran hito en el camino. Cuando os asedie, tenéis que evadirla, y cuando surja de vosotros, tenéis que tragarla. Si podéis evitarla con éxito durante cuarenta días, la ira empezará a asaltaros con menos frecuencia: una vez cada cuarenta días. Si conseguís manteneros los cuarenta días iniciales, y después, frente a cuarenta asaltos más (cuarenta períodos de cuarenta días, un poco más de cuatro años), Satán anunciará a sus ayudantes: “No os molestéis en atacar a esta persona; sólo estáis gastando vuestro tiempo y energía. Sus defensas son impenetrables: mil ataques son tan fútiles como uno solo. Dejadlo, ha escapado de nuestras manos”.

Los ayudantes de Satán son: el ego que sólo piensa en sí mismo, los deseos vanos y el amor por las cosas del mundo: estos son nuestros cuatro grandes enemigos, y quien aprenda a controlar su ira conseguirá la victoria contra estas bajas influencias. En el momento en que sintáis la ira levantándose en vosotros, debéis ser conscientes de que estáis siendo probados. Estas pruebas se os envían en vuestro camino espiritual para conocer vuestra fiabilidad. Se os envían sucesos desagradables desde ese reino, de forma que tengáis la oportunidad de mostrar paciencia, y con ello avanzar hacia vuestro objetivo. Si no existiera ningún beneficio en la ira, ésta no existiría. El beneficio se encuentra en ser paciente frente a ella. Sin pasar esta prueba no es posible mejorar. La paciencia es la llave hacia las Estaciones Divinas, y esta llave se forja afrontando las situaciones odiosas con paciencia y controlando vuestro enfado. Por ello, la ira es una espada con dos extremos: si podéis coger firmemente su mango, entonces podréis rasgar los velos que están cegando los ojos de vuestro corazón; pero si está en las manos de vuestros enemigos, vuestra fe será cercenada.

Swallow Your Anger: Then Digest It

by Shaykh Hisham Kabbani


For those of us whose physical bodies are "over the hill", by this I mean over the age of fifty or so, we must face the fact that, no matter how well we look after ourselves, our physical powers are gradually deteriorating: step by step we are approaching death.
But as for our spiritual condition, there is no such limit, no age when powers are at their maximum, then recede. Spiritual power may continue to grow strongly throughout our lives, but we must seek out conditions conducive to that continuing growth, and weed out those qualities which threaten to choke the precious plant.. One of the most harmful weeds, the most inimical to our spiritual growth is the anger generated by the vanity of our egos. When anger rages it engulfs the light of faith, transforming in into fire. The light of Faith is the pure light of God, but when it is transformed into fire it no longer illumines, it burns.
When you find yourself overcome with anger you must quickly run to a mirror and behold your own face. That ugly spectacle will be enough to calm your anger: for who wants to look like the devil himself? When a person is angry his actions are satanic - destructive and self-destructive. Our Grandsheikh stressed the necessity of abandoning anger, for when the ego's anger dominates a person he may readily deny even the sovereignty of God, and put himself in rebellion against the Overwhelming One - and that is very dangerous. Anger also wreaks havoc on our physical bodies, causing illness and premature aging, especially when a high level of anger is maintained over a long period of time.
Very few people can turn back anger when it assaults them. This is why so few people advance spiritually. The reason that anger is so difficult to defeat is simply because it is an intrinsic part of our physical and spiritual constitution. Anger corresponds to the element of fire in our make-up, which is a balance of fire, water, earth and air. Only those who are trained from a very early age by enlightened parents or teachers will have learned to keep these elements in balance. As for most people, each of these elements may predominate on different occasions according to exterior circumstances and intrinsic propensities, setting the equilibrium off center.
Fire flares up in the face of provocation and teasing, aggression or attempts to subdue the will (of the child). Since these occasions are usually frequent in our early lives, we are all adept at getting angry, and from a very early age.
Our Grandsheikh also suggested that we perform a special Dhikr (prayer-meditation) at night in order to gain the upper hand in our struggle against anger. When you arise in the last third of the night to perform superrogatory prayers, after performing your ablutions, start by turning your face to the House of God and implore Him to aid you in your attempt to subdue anger. Then repeat one-hundred times. "Ya Halim" which means "Oh (God, who is) Forbearing and Slow to Anger" This name, al-Halim, is a Divine attribute of God which He wishes to bestow generously upon us, should we seek to receive it. The first step is to ask God, in this manner, to help us become forbearing; then we must meditate on that Divine Attribute, that it may be absorbed into our being. We are literally calling it upon ourselves. Next we must adopt a practice in our everyday lives that will further our purposes. This practice is, simply, not to show anger, even when you feel it welling up inside. Don't spit that anger out at those around you and poison the atmosphere, like a fire-breathing dragon.
Hold it in, but not like a lump of undigested food; no, you must digest it. A certain amount of anger is part and parcel of every personality. Without some of that fire in our constitution we would die; therefore, it is possible for us to digest a certain amount of anger without suffering adverse side-effects. Of course, if we were to remain unchanged over a long period of time and swallow the same amount of anger, we would overdose; but that is not the case, for in time our intake of anger decreases as we learn, and are granted the ability not to react angrily to provocation in the first place. So, just as a baby initially drinks great quantities of milk, then graduates to solid food, decreasing its milk consumption drastically, we can swallow and digest anger, in the full knowledge that other forms of nourishment are soon forthcoming. If you can manage to refrain from showing anger for forty days, you will have passed a great milestone. When it assails you, you must evade it, and when it is going to issue from you, you must swallow it.. If you can successfully avoid it for forty days, anger will begin to assault you less frequently: once every forty days. If you can manage to keep yourself in this manner the initial forty days, and thereafter, in the face of forty more assaults (forty periods of forty days, a little more than four years), Satan will announce to his helpers: "Don't bother attacking that person; you are just wasting your time and energy. His defenses are impenetrable: one thousand attacks are just as futile as one. Leave him alone, he has escaped from our hands".
Satan's helpers are the selfish ego, vain desires and worldliness: these are our four great enemies, and whoso learns to control his anger will be victorious against these base influences. Whenever you feel anger arising you must be aware that you are being tested. Such tests are sent your way from the spiritual world in order to ascertain your trustworthiness. Disliked events are sent from that realm so that you may have the chance to forbear, and thereby advance toward your goal. If there were not some benefit to be found in anger it would not exist. The benefit is found in being patient in the face of it. Without passing this test there can be no improvement.
Forbearance is a key to Divine Stations, and that key is forged by facing odious events with patience and controlling our anger. So, anger is a two-edged sword: if you can grasp its handle firmly you may rent the veils that blind your heart's eyes, but if it is in the hands of your enemies your faith will be severed.