Allah.
Texto: Charla de Sheij Hisham Kabbani
Traducción: Mariam Nur
Si alguien cuenta con apoyo, entonces esta persona tendrá éxito siempre. Todos los que estáis aquí tenéis ese apoyo. Si no, nunca se os encontraría en este tipo de asociación. ¿Para qué venir? Podríais del mismo modo ir tirando como la otra gente, contentos con sus vidas materiales y sus placeres. Pero esa Luz que está en vuestro corazón os lleva hasta aquí. Sin apoyo, no nos serviría de nada vestir ciertos colores, o turbantes, o abrigos derviches, día y noche. Lo importante es el apoyo de parte de Dios. Si éste no nos acompañara, nunca podríamos conseguir nada.
Frente a nosotros se inicia un mes muy importante en el calendario islámico, el mes sagrado de Rajab al-Haram. Destaca entre los cuatro meses que Dios ha declarado sagrados: Rajab, Dhul-Qida, Dhul-Hijja y Muharram. También abre la serie de tres meses santos que culminan en Ramadan: Rajab, Shaban, y Ramadan. Durante estos tres meses, todo el mundo debe prepararse y mantenerse a sí mismo, en la medida de lo posible, apartado de las bajas características, la mala educación y los pecados.
El Profeta (sas) dijo, ‘Rajab es el mes de Dios, Shaban es mi mes, y Ramadán es el mes de mi Comunidad’. Dios nos dio doce meses en el año, once son nuestros y uno pertenece a Dios. Las recompensas que Dios va a dar a sus sirvientes en Su mes, nadie las conoce, ni siquiera el Profeta (sas). El trabajo de los profetas y los ángeles se detiene en el mes de Rajab. No tienen permitido saber qué recompensas va a dar Dios a Su Comunidad. Está en las manos del Señor, Dios Todopoderoso. En el mes que sigue, Shaban, nadie puede conocer qué recompensas va a dar el Profeta (sas) a su Comunidad, excepto el Profeta (sas) y Dios. Lo que se acumule en recompensas de Rajab y Shaban se escribirá para vosotros, y será conocido por todos en el mes de Ramadan. Es por eso que es el mes de la Comunidad. Estos tres meses son, por ello, meses muy importantes para la comprensión de las órdenes sufíes.
En el mes de Rajab, el Profeta (sas) llevó a cabo el Viaje Nocturno y la Ascensión. Durante este mes, uno debe apartarse de todas las formas de mala educación y mal comportamiento. Uno de los días más importantes del año es el primer día del ‘mes de Dios’. Todas las seclusiones empiezan al inicio del mes de Rajab. La seclusión más importante que realizaron en su vida los maestros sufís, siempre había empezado en este mes. Es un mes santo. Si hacéis algo más (por Dios) en este mes, vais a ser recompensados con una recompensa que no conoce nadie más que Dios. En dicho mes, los Océanos de Misericordia, Amor y Recompensas de Dios van a ser abiertos para Su Comunidad y Sus sirvientes.
Todos los santos esperan (expectantes) para ver qué recompensas va a conceder Dios a los seres humanos en este momento del año. Todos los santos de este planeta, del Este al Oeste, del Norte al Sur, esperan que ocurra algo en este mundo durante estos tres meses especiales. Cada uno de nosotros debe por ello comportarse especialmente en los próximos tres meses.
Mirad la misericordia que Dios envía en el mes de Rajab. Si hicierais algo mal, no os giréis, como para huir de Dios. Volveos hacia vuestro Señor. Él os va a perdonar. Es muy importante, porque nadie sabe lo que Dios va a dar a sus sirvientes, ni siquiera los dos ángeles asignados para escribir las acciones de (cada) persona, que están sobre los hombros de todo ser humano. Todo en este mes viene de Dios, y nadie sabe lo que Dios va a poner en la escala de cada uno o cada una, por la mínima buena educación o acto de adoración realizados por Él.
En el tiempo del Profeta (sas), vivía un famoso asaltador de caminos. Solía frecuentar las calles después de la medianoche. Si encontraba a alguien caminando solo por la noche en la calle, lo atrapaba, le robaba, a veces le golpeaba o lo mataba, y después volvía a su casa. Nadie era capaz de atrapar a este asaltador. El Profeta (sas), en su tiempo, solía maldecir a este asaltador, diciendo, ‘Este es un mal hombre. Nunca rezaré por él, ni lo enterraré en el cementerio de los musulmanes’.
Después de muchos años, el asaltador falleció. Como el Profeta (sas) solía maldecirlo, los niños arrastraron su cuerpo por las calles de Madinah y lo lanzaron a un pozo seco. En el momento en que lo tiraron dentro del pozo, Dios le habló al Profeta (sas) y dijo, ‘Oh mi amado Profeta, hoy ha fallecido uno de mis santos. Debes ir y enjuagarlo, lavarlo, cubrirlo, rezar por él y enterrarlo’. El Profeta (sas) estaba sorprendido, ya que toda su vida había maldecido a esta persona. Y ahora que había fallecido, Dios le decía que era un santo. ¿Cómo podía ser un santo? Pero nadie puede interferir con el conocimiento de Dios, ni siquiera el Profeta (sas). Si Dios quiere hacer de un ladrón un santo, nadie puede preguntar, ‘¿Por qué?’. Tenemos que aceptarlo. Este es el motivo por el que, según las enseñanzas sufíes y las enseñanzas de la orden Naqshbandi, tenéis que considerar a todos los demás como mejores que vosotros. No sabéis si Dios va a alzar el nivel de esta persona por encima del vuestro, ¿quién sabe? Nadie puede saberlo. Por ello, nadie puede interferir. No miréis a la gente por encima del hombro, como si fuerais superiores a ellos. No sabéis si esta persona, a los ojos de Dios, es un santo o no. ¿Quién sabe? Siempre considerad a la gente como situados en un nivel más alto que el vuestro. Mostradles respeto y sed humildes con ellos. No mostréis ego y orgullo.
La Misericordia de Dios es tan grande, que tenéis prohibido mirar a lo que la gente está haciendo en apariencia. No debéis llamarles locos, o criticar sus malos modos. Dejadles en paz. Tienen un Señor para juzgarlos. Miraos a vosotros mismos. Haced que vuestro comportamiento sea bueno. No interfiráis con nadie más. No es vuestro trabajo corregir a (los otros). Vuestro único trabajo es corregiros a vosotros mismos. Corregíos a vosotros mismos, y dejad a los demás para vuestro Señor. Esta es la verdadera comprensión y la enseñanza del sufismo: dejad a cada uno con su Señor, y cambiaos a vosotros mismos. Si enseñáis a vuestros egos a no interferir con nadie, entonces os vais a encontrar viviendo en la felicidad: porque, cuando miréis a la gente, veréis solamente sirvientes del mismo Señor que vosotros y, por ello, Dios a veces les perdona lo que están haciendo. No digáis, ‘Estás haciéndolo mal al beber, ir con mujeres, haciendo esto o lo otro’. Dejad a cada uno con su Señor. Enseñad a la gente de forma general, no concretando en alguien y siendo específico.
Dios le dijo al Profeta (sas), ‘Oh, Mensajero de Dios, llévatelo y purifícalo’. El Profeta (sas), inmediatamente llamó a Abu Bakr as-Siddiq (ra) y dijo, ‘Oh, Abu Bakr, tenemos que ir a enterrar al asaltador que murió’. Abu Bakr (ra) dijo, ‘Oh, Mensajero de Dios, ¡dijiste que no querías enterrar a esta persona en un cementerio musulmán, porque no es musulmán!’ El Profeta (sas) dijo, ‘¡No! Déjate de los musulmanes corrientes. ¡Dios me ha informado hoy de que esa persona era un santo!’
¿Qué hizo este ladrón en su vida, para convertirse en un santo? Mató, robó y hurtó toda su vida. El Profeta (sas) entró en el pozo, cogió el cuerpo de esta persona con sus propias manos y, con sus Compañeros, lo llevó hasta su casa. Lo lavó, lo enjuagó, lo envolvió en un sudario, rezó por él, y después lo llevó desde su mezquita al cementerio Baqi, a una distancia a pie de quince minutos. Le llevó al Profeta (sas) más de dos horas desplazarse de la mezquita hasta el cementerio. Todos los Compañeros estaban asombrados ante la forma en que el Profeta (sas) estaba caminando. Había realizado la ablución (sobre) el fallecido con sus propias manos, lo lavó y rezó por él. Y ahora que lo estaba llevando a su tumba, caminaba de puntillas. ‘Oh, Mensajero de Dios’, le preguntaron, ‘¿Por qué caminas de puntillas?’ Él dijo, ‘Dios ordenó a todos los santos, del Este al Oeste, a todos los ángeles de los siete cielos y a todos los seres espirituales que estuvieran presentes y siguieran el ataúd de ese santo. Había tantos llenando el paso, que no podía encontrar un sitio para poner los pies. Nunca en mi vida había estado tan sorprendido como lo estoy hoy’.
Después de haberlo enterrado, el Profeta (sas) no habló con nadie, sino que volvió rápidamente a su casa temblando y estremeciéndose. Se sentó con Abu Bakr as-Siddiq (ra), preguntándose lo que habría hecho ese santo, un ladrón toda su vida, para merecer tan alto grado de respeto por parte de Dios. Abu Bakr (ra) dijo, ‘Oh, Mensajero de Dios, me siento avergonzado de preguntar sobre lo que ha ocurrido hoy. Fue tan increíble’. El Profeta (sas) respondió, ‘Oh Abu Bakr (ra), aún estoy más sorprendido que tú. Estoy esperando que venga Gabriel (alai) y me informe de lo que ha ocurrido’.
Cuando vino Gabriel (alai), el Profeta (sas) dijo, ‘Oh, Gabriel, ¿qué ocurre?’. Él respondió, ‘Oh, Profeta, no me preguntes a mí. ¡Yo también estoy sorprendido! Pero no te asombres. Dios puede hacer lo que nadie puede hacer. Te dice que le preguntes a la hija de ese hombre (sobre) lo que hizo él en su vida’.
El Profeta (sas), inmediatamente salió en persona, con Abu Bakr as-Siddiq (ra), hacia la casa de ese ladrón. Hoy en día, los ministros y los secretarios de Estado, no, incluso los gerentes de empresa tratan a los demás como si fueran mendigos a su puerta. No muestran respeto ni humildad. El Profeta (sas), sin tener en cuenta su poder y estatus como perfecto ser humano, como amado de Dios, humildemente fue a la casa de ese santo para preguntarle a su hija lo que su padre había hecho en su vida. Dijo, ‘Oh, hija mía, por favor dime cómo vivió tu padre’. Ella le dijo, ‘Oh, Mensajero de Dios, estoy muy avergonzada ante ti. ¿Qué puedo decirte? Era un asesino, un ladrón. Nunca le vi haciendo nada bueno. Robaba y hurtaba día y noche, excepto un mes al año. Cuando llegaba este mes, decía, ‘Rajab es el mes de Dios’, porque te había oído a ti decir, ‘Éste es el mes de Dios, Shaban es el mes del Profeta y Ramadan es el mes de la Comunidad’. Así que decía, ‘No me importa el mes del Profeta (sas) ni el mes de la Comunidad, sólo el mes de mi Señor. Por ello, me voy a sentar en mi habitación, la cerraré, y haré seclusión durante este mes’.
El Profeta (sas) le preguntó a ella, ‘¿Qué tipo de seclusión hacía?’ Ella le dijo, ‘Oh, Mensajero de Dios, un día estaba por la calle buscando alguien a quien robar. Encontró un anciano de setenta u ochenta años. Le golpeó hasta que estuvo inconsciente y le robó. Encontró un pequeño pedazo de papel doblado en su bolsillo. Lo abrió y encontró una oración dentro. Le gustó mucho esa oración. Cada año, cuando venía el mes de Rajab –el mes de Dios-, mi padre solía sentarse y leer esa oración día y noche, llorando y leyendo, excepto cuando quería comer o realizar la ablución. Después de terminarse el mes, se levantaba y decía, ´El mes de Dios ha terminado. Ahora a lo mío´, y volvía a robar y hurtar durante once meses más’.
La súplica que utilizaba ese hombre es una súplica muy importante, que se aconseja a todos que lean tres veces al día durante el mes de Rajab. Mawlana Sheij Nazim dijo que esta súplica os purifica de todos vuestros pecados, y os deja tan puros como un niño recién nacido. Es una oración muy famosa dentro de las órdenes sufíes. Entonces el Profeta (sas) le pidió a la hija que le diera el papel, lo besó y lo pasó por su cuerpo. Os aconsejo a todos que no olvidéis esta súplica, sino que la practiquéis durante el mes que viene. Recitadla, y Dios os dará lo que Él Quiera, según vuestra intención.
Dios le dijo al Profeta (sas), ‘Oh, mi bienamado Profeta, esta persona venía a Mí para arrepentirse en el mes más precioso del año. Por esta razón, porque sacrificaba al menos un mes al año por Mi, le he perdonado todas sus faltas y he cambiado todos sus pecados por acciones loables. Como tenía muchos pecados, ahora tiene muchas recompensas. Se ha convertido en un gran santo’. Por una oración, Dios le hizo santo: una persona que nunca había adorado al Señor como debiera, asistiendo a asociaciones como la presente para escuchar. Tenéis un Dios misericordioso, un Dios amoroso. ¿Qué pensáis que os va a dar a cambio? ¿Pensáis que os va a dejar en apuros?
Por cada paso que deis para llegar a este tipo de asociaciones, Dios os va a quitar un pecado y os va a dar diez recompensas. Quien venga de (una distancia de) dos horas en coche, que cuente los pasos que han hecho. No os perdáis estas asociaciones, porque no podéis conseguir estas recompensas cuando adoráis (solos). Vuestras cinco oraciones son una obligación que tenéis, pero este tipo de asociaciones no son una obligación. Son voluntarias. Por ello, si asistís, vais a ser recompensados con una recompensa de peso. Es por lo que estas asociaciones son muy importantes. Os van a mostrar el camino más corto para alcanzar la Divina Presencia. Os mostrarán el camino más corto para alcanzar vuestra realidad.
Practicando muy poco, por recitar algo que los santos habían recitado, podéis progresar rápidamente. No vayáis a la Divina Presencia cabalgando sobre un burro: id a la Divina Presencia en cohete. Llegaréis mucho más rápido. Vuestro ego es un burro. No sigáis a vuestro ego. Dejadlo, porque nunca os va llevar a ninguna parte, si no es a cámara lenta. El espíritu se va a mover de manera muy rápida. ¿Por qué? Porque el espíritu es algo relacionado con Dios. Esta Luz viene de nuestro Señor. Mirad la velocidad de la luz: 300.000 kilómetros por segundo. ¿Creéis que vuestro espíritu corre más despacio o más rápido que la velocidad de la luz? Por supuesto que más rápido.
Vosotros utilizáis vuestra mente de forma extremadamente rápida. ¿Y qué pasa con vuestro corazón? Ahora la gente intenta llegar a todas partes rápidamente, utilizando aviones. ¿Qué pasa con el avión de vuestro corazón? No subestiméis lo que Dios ha creado en vosotros y en todo ser humano. Nadie puede comprender cómo funciona el espíritu.
¿Por qué alguien fallece al instante cuando le disparan una bala que lo atraviesa? ¿Quién se lleva este secreto? ¿Por qué alguien fallece cuando está fatalmente enfermo? El espíritu siempre está intentando escaparse y liberarse de la jaula del cuerpo. Cuando encuentre un camino, correrá y volverá a su origen. Cuando liberéis vuestro espíritu por vosotros mismos, a través del poder de vuestro propio ego, en ese momento adquiriréis el control (sobre) el poder del espíritu, y (ya) no podrá escaparse. En ese momento, podréis conseguir poderes increíbles a través de vuestro espíritu.
No hace mucho, podían encontrarse santos por todas partes que utilizaban estos poderes, los cuales nadie puede reproducir hoy en día. Había un santo que podía utilizar su cinturón para realizar una llamada telefónica a personas que vivían muy lejos (de allí). Lo hacía en presencia de cientos de personas, sentadas alrededor de él. ¿Cómo podía alguien enviar un mensaje a tal y tal, que vivía a tres o cuatro horas en coche? Este santo simplemente levantaba el extremo de su cinturón, se lo ponía en la oreja, y decía, ‘¿Hola? Sr. Tal y tal, por favor, ven, ¡te estamos esperando!’ Después de tres o cuatro horas, esa persona llamaba a la puerta y entraba, diciéndole a todo el mundo que había recibido una llamada del Sheij diciéndole que fuera.
Hay muchas cosas que pueden hacer los santos, porque su ego está bajo su control. Cuando vuestro espíritu controla el ego, podéis hacer cualquier cosa. Cuando vuestro ego controla vuestro espíritu, no podéis hacer nada. Tenéis que ser siempre un cubo de basura para los demás seres humanos. No tengáis miedo de llevar sus cargas. Cargad y moveos. Si lo lleváis, Dios os dará más poder. Si no lleváis sus cargas, nunca vais a tener esta Luz en vuestro corazón. Tenéis que ser transportadores de cargas.
Había un santo, un Grandsheij de la Cadena Dorada Naqshbandi, llamado Bayazid al-Bistami, que le dijo a su Señor, ‘¡Oh, mi Señor? Haz mi cuerpo tan grande como Tu infierno y ponme sólo a mí dentro. Que todos los demás se queden fuera. Me sacrifico a mí mismo en beneficio de Tus inocentes. Son inocentes, porque tienen a sus egos que tiran de ellos hacia abajo. Si no tuvieran sus egos, habrían sido como ángeles’. Cada uno de nosotros tiene un ego. Es este ego el que nos controla y nos hace comportarnos mal.
Todos vosotros tenéis que ser modelos en la sociedad. Esto hará que la gente venga a nuestras asociaciones, simplemente observándoos y apreciando vuestra buena educación y comportamiento ejemplar. Cuando os ven portándoos mal, ¿cómo pueden querer asistir a estas asociaciones? Nunca vendrán.
¿Cómo se consiguen las buenas maneras? Despidiéndose del mal carácter y la ira. No mostréis ira, ni en vuestra casa ni fuera de vuestra casa. No prestéis atención si vuestra mujer os grita. Dejadla que grite. ¿Qué puede ocurrir? Finalmente, se va a cansar y parará. ¡Y lo mismo para los hombres! Vais a ladrar y ladrar, pero ella no os hará caso. Finalmente, os vais a hartar y estaréis tranquilos. Pero Satan nunca provoca que uno se enfade con el otro, sin que se enfade el otro también. (Lo que) sigue es la discusión. Por ello, cuando uno grita, el otro no debe escucharle. Esta técnica debe aplicarse también fuera, en la comunidad. Intentad controlar vuestra ira.
Un día, estaba con Mawlana Sheij Nazim en Madinah. En tal tiempo, Mawlana Sheij solía llevar a muchos peregrinos con él, desde Chipre, a la peregrinación. Los llevó a un comerciante, para comprar algunos rosarios. Después de que todos los peregrinos compraran rosarios, Mawlana Sheij pidió uno para él. El mercader le mostró algunos rosarios. Mawlana Sheij Nazim le dijo, ‘¿Crees que puedes hacerme un descuento?’. El comerciante reaccionó con el peor tipo de invectivas. No quedó ninguna maldición que no utilizara contra Mawlana. Mawlana ni abrió la boca. (Domina) su ira completamente. Después, cuando salimos hacia la calle, vimos a alguien que se dirigía hacia el Sheij con un rosario en sus manos, idéntico a los que él había (mirado) para comprar. Se lo dio al Sheij con las palabras, ‘Esto es un regalo de mi parte’, y nadie sabía quién era ni de dónde venía. Desapareció tan rápido como había aparecido.
Cuando controláis vuestra ira, Dios os va a recompensar. No intentéis tomar vuestros derechos por la fuerza. Dios dijo en el Quran, “Quien perdona y hace las paces, recibirá su recompensa de su Señor” (42:40). Esto es mejor que coger vuestra recompensa por la fuerza, mediante los tribunales, por ejemplo.
Preparaos a vosotros mismos, para no perder ninguna oración en el mes de Rajab. Si sucede que perdéis oraciones durante el día, intentad hacerlas por la noche cuando lleguéis a casa, antes de dormir. Intentad recitar ‘Allah’ 1500 veces al día en vuestro corazón. Si preferís recitarlo con la lengua, hacedlo. Y también recitad 100 veces al día, ‘Allahumma salli ala Muhammadin wa ala ali Muhammadin wa sallim’ (Oh Dios, envía bendiciones y paz sobre Muhammad y sobre la Familia de Muhammad). Si Dios quiere, esto os va a dar poder durante este mes, y os va a preparar para el mes de Shaban, que tiene otros deberes, (ya) los describiremos en su momento, si Dios quiere.
No penséis que este mundo va a durar mucho más, o que tenemos muchos años por delante. Creemos que los Últimos Días de este mundo pueden estar muy cerca.
Pedimos éxito a Dios, mediante el Capítulo Inicial del Quran, al-Fatihah.